Que no os despiste mi nombre: no soy ning. Fue el primer hijo de D Era domingo, y hasta en la selva se notaba. Navegando por el Mariapo, sobre todo, la paz se respiraba. Novela El oro y la paz.. Mirando en todas direcciones, Yasic vio el terreno ondulante, desigual, los pedregales que se extend. Yasic y Valenzuela se encaminaron a la pista. Hemos estudiado la totalidad de los cuentos de Juan Bosch en Manuel Jofr En abril de 1955, los jefes de Estado de 29. INTRODUCCION A lo largo de la vida humana se han desarrollado filosof Las apariciones de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego en 1531. La curacin de Juan Bernardino. La imagen en la tilma. Palabras de Juan XXIII. Cuando llegaron, la nave entraba a tomar tierra. Estaba seguro de que Valenzuela iba a preguntarle: “. Que no lo sepan, Pedro.” Y con sus dedos d. Cuando el piloto abri. Otras veces viene Bill —dijo. Yasic pens. La diferencia de nacionalidad no ten. A Yasic le hubiera gustado saber cu. El sol era fuerte.“El avi. Si lo dejan solo, sin guardias, puedo rob. Debido a las aproximaciones, esta pista me parece la peor del mundo y creo que debe ser m. Si quiere se lo presento. Caminaba con la cabeza baja, como si estuviera abstra. Le gustaba decir, cuando ven. Conoce la vida, no crea, y es muy buena hija. Yasic segu. No era precisamente hablador, sino que a veces necesitaba desahogarse.—Yo digo as. Es hablar por hablar, porque yo s. Tal vez a Sara no le haga tanta falta, pero yo soy m? Pero yo tengo fuera de Chile muchos a. Le molestaban el sol, la voz de Valenzuela, las confidencias. Por el acento, dedujo que era Alexander Forbes. Luego, en las calles, Yasic vio millares de indias ataviadas con trajes de colores intensos y tocadas con peque. En las faldas de los cerros, hacia el Altiplano, se ve. Era en pleno junio, pero hab. El invierno era duro, a juzgar por el fr. Tengo que escribirle a mam. El viejo debe haber conocido al t? Quiero felicitarle por su aterrizaje. Fue perfecto.—Gracias. El viejo Forbes le hab. Sus ropas de clima fr. Eso era completamente novedoso en sus vidas. Pedro Yasic les entreg. Voy a darles dinero para que compren herramientas. Vamos a comenzar a trabajar pronto y hay que comprar las herramientas. En la casa de Valenzuela hab. De alguna manera se las arreglar. Ustedes siguen durmiendo en la casa del indio amigo de ustedes, ? Pues se van a dormir all. No tomen cachaza hoy, ni una gota de cachaza. Si toman cachaza no tendr. Y se van derecho por esta orilla del r. Es una piedra grande a dos horas de camino, . Una piedra grande all. Le esperaba un trabajo tenaz y cuidadoso. Si voy dejando las cosas para ma. Iba a paso lento hacia la casucha, sin que . Pedro no quiso interrumpirla. Como la sombra de un p. Quisiera aprender a usar la batea. Desde la otra habitaci? Le miraba con seriedad.—. Tal vez el mes que viene. Sara baj. Ahora coja usted la batea y haga igual. En cuclillas, Pedro trat. Pero a los cinco minutos Sara tuvo que cogerle las mu. Al sentirse cerca del hombre, a Sara comenz. Pedro se dio cuenta de lo que suced. Era una colina cortada por el r. Hasta ese momento hab. Sin duda que la extensi. Lo que le resultaba extra. Por entre la respiraci. Era peligroso andar por entre los yerbajos y las piedras sin protecci. Pedro llevaba botas de cuero hasta media pierna, como las de paracaidistas, pero los indios s. Sin embargo nada ocurri. A quinientos metros del r. Si te equivocas, lo perdemos todo, Pedro; lo perdemos todo”. Al principio las piedras estorbaban y deb. La tierra era gris, debido a la mezcla de arena, pero no tard. En toda la profundidad calaba el agua, de manera que la tierra era pegajosa. Pedro Yasic vigilaba el trabajo, unas veces de pie y otras en cuclillas; cog. Fue necesario darle m. Los indios trabajaban con regularidad, sin detenerse y sin apresurarse. Cada quince o veinte minutos, Yasic los hac. Los otros oyeron con gravedad y despu. Al fin el primero se dirigi. Pero como los tenores de amplio registro que dominan su voz en todas las circunstancias, Yasic dominaba sus emociones como un maestro. Mirando al indio con piedad, le sonri. Los dos indios que hab. Miraba de frente a los indios y estudiaba una salida airosa. Creo que estamos cerca del oro. Cuando volvamos picaremos m. Sin duda estaban dici. Si vamos hoy se hace tarde.—S. Dejen las herramientas en el hoyo. Uno de ustedes que vaya a cortar ramas para tapar el hoyo. La comida estaba lista ya. Dos indios se dedicaron a comer mientras el tercero cortaba ramas. Si toman cachaza hoy, van a hablar y a contar lo que hemos hecho.—No patr. Su rostro se endureci. Al fin, se puso de pie y avanz. En el vasto silencio que parec. Cuando dio cuatro paleadas, sali. Si trabajaba con buen ritmo y con suerte, pod. Exactamente frente a . Al llegar al agua, Pedro Yasic busc. Los movimientos eran suaves y sin embargo seguros. El agua iba penetrando en la batea y en cada uno de los vaivenes de alante hacia atr. Yasic iba tomando con las puntas de los dedos esas piedrecillas y las tiraba al agua. Pasaron cinco minutos, seis minutos, siete minutos. De manera casi imperceptible, el contenido de la batea iba disminuyendo. El agua penetraba en peque. De rato en rato, adem. Puede decirse, sin exagerar, que estaba poniendo en ese trabajo su vida entera, toda la atenci. Con la vista fija en la batea, usaba la imaginaci. Dentro de la batea el agua se pon. El viejo miedo al fracaso se adue. Pero al instante se sinti. En un segundo, era el Pedro Yasic duro y resuelto; y sigui. Ahora, la arena fina y la tierra hab. En el momento final, Yasic no se atrevi. Durante un minuto mantuvo la batea ladeada para que saliera la ? Pero estaba dispuesto a morir luchando. A dos pasos estaba la batea sec. Pedro Yasic la miraba; clavaba en ella una mirada dura, la mirada penetrante y ardiente que muy poca gente le hab. Viendo ese objeto tan cerca, Pedro Yasic sent. Sin embargo, nadie le hab. Pero lo cierto es que no pudo contenerse. Esto le pasaba, por ejemplo, con Sara Valenzuela. Mar. El primero acababa de cumplir tres a. La dinamita que llevaba amarrada a la cintura le estall. A la muerte de su hombre, Mar. Para ella, una vida con inter. Sin embargo, su preocupaci. Los cuatro vagaban durante todo el d. Sin darse cuenta de c. Las cejas macizas, tambi. Con ese rostro y esa cabellera hubiera sido m. A veces iba afuera en busca de agua para lavar. La muchacha estaba frente a la puerta de su casa y el sargento, de pie a su lado, parec. La tarde anunciaba lluvia inminente. Estaba segura de que pronto comenzar. Si entraban y la lluvia arreciaba —cosa frecuente en Tipuani—, tendr. Estaba viviendo con toda el alma un episodio lleno de inter. Se hallaba excitada, con una especie de calor en las sienes. Se dijeron sus nombres, el lugar de donde proced. En poco tiempo ya no hab. No era que le interesara Mar. Sara era lo que le interesaba, y nada m. Hay arroyos que son afluentes de riachuelos; . Vengo a ver si me presta un poco de sal.—Con mucho gusto —respondi. De manera que cuando Sara retorn. La otra, sin embargo, ampli. El sargento Arze me ha dicho que est? Al acercarse la hora de la media tarde, ella misma se notaba inquieta. Esperaba algo y no acertaba a precisar qu. Pero poco a poco fue d. Navegando por el Mariapo, sobre todo, la paz se respiraba en el aire h. Por la parte de afuera, a todo alrededor de la propiedad, la selva hab. El trecho desmontado estaba libre hasta de arbustos y Pedro Yasic pens. Usted no puede imaginarse c. En cuanto a los animales, no es posible evitar que ara. Esperaba que hablando descubrir. Alexander Forbes parec. Por eso, cuando tuvo la primera oportunidad de tratar el tema, dijo como al descuido: —Parece que muchos extranjeros, sobre todo europeos como usted, han venido a la selva atra. Al principio eran tres, y de ellos, los dos mayores eran gemelos. Los dos que quedan viven ahora al norte de Rurenabaque, hacia el r. Su historia es verdaderamente poco com. Sin embargo, como necesitaba conocer a fondo el alma del viejo Forbes —porque tal vez ese viejo escoc. Los gemelos eran extraordinariamente parecidos. Al hermano menor le suced. Ambos eran fieros, duros y sin escr. El tercero no se les parec. Los tres hermanos viv. El hermano menor sali. A esa hora su marido estaba a medio camino; todav? Ya para entonces la austr. Pues bien, yo no puedo comprender que usted haya venido a la selva por gusto, porque nadie escoge un sitio como . Me han hablado de algunos que han llegado en busca de oro, y eso s. Estoy perdiendo mi tiempo. Antes de que pasara a contar la historia de los hermanos Petit, Forbes hab. El viejo Forbes se dirigi. Esa gracia estaba no s. De manera muy leve, que hubiera sido imperceptible para un observador menos atento que Pedro Yasic, los ojos del viejo Forbes cambiaron de expresi. Lo esperaba todo a un mismo tiempo y en cada momento de su vida; esperaba siempre alguna cosa y su contraria. Pero no esperaba una respuesta as. Se explica, pues, que se sintiera sinceramente asombrado, y hasta deslumbrado por todas las posibilidades que entrevi. A medida que iba caminando iba hablando.—No. Es otra historia, amigo Yasic. Mi hijo no buscaba oro. El oro mancha el coraz. Oh, era un muchacho inteligente, bondadoso y fuerte. La muerte es inevitable, Yasic. Cuando estuvo sentado de nuevo, dijo: —Alexander vino a la selva en busca de una ciudad perdida.—? Puede ser una leyenda, pero Machupichu era desconocida hasta hace relativamente pocos a. Mi hijo hubiera rendido un gran servicio a la ciencia si hubiera descubierto el emplazamiento de esa ciudad, puesto que se supone que corresponde a una etapa intermedia entre la civilizaci. Hay quien crea que la cultura andina lleg. No le interesaba ninguna ciudad perdida, a menos que en ella hubiera oro. Le interesaba su plan, lo que . Sin embargo, para no despertar sospechas en el viejo Forbes —“ya no voy a sacar nada de . Una vez terminada la guerra, el viejo escoc. Su temperamento y su educaci. Hago cruzamientos con especies nuevas que he conseguido en la selva. He logrado dos tipos nuevos; uno lleva el nombre de mi mujer, otro el de mi hijo. Estoy tratando de conseguir ah. Ahora no se ve nada en el fondo de la redoma, pero dentro de siete a. Eso se llama idiotez.” En alta voz pregunt? Pues las vendo, se venden muy bien vendidas, amigo Yasic. Las mando a La Paz en avi. Pude haber aprovechado el d. Todo eso del oro y del poder son complicaciones que nos hemos creado. No necesitamos ni oro ni poder; nos basta con la belleza y la paz del alma. Pero la paz en medio de la vida, porque la selva est.
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December 2016
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